Punto de encuentro

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domingo, 18 de noviembre de 2012

Uso adecuado de los antimicrobianos


El uso de sustancias químicas para el tratamiento de muchas enfermedades infecciosas es conocido desde antiguo, como la corteza de quina en el paludismo o la aplicación de la cuajada mohosa de la soya sobre ciertas infecciones, pero fue en el siglo XIX cuando Pasteur y Joubert observaron la capacidad de algunos microorganismos de inhibir el crecimiento de otros. Este fenómeno fue denominado antibiosis por Vuillemin y Ward.

Louis Pasteur
Desde el comienzo de su uso, los antibióticos, lograron el control y curación de enfermedades antes letales. Tras un completo conocimiento de su mecanismo de acción y la aparición incesante de nuevas sustancias, la importancia de las infecciones bacterianas ha sido desplazada en los países industrializados por las enfermedades cardiovasculares y las neoplasias. No obstante, la capacidad que poseen muchas bacterias de generar mecanismos de resistencia a los antibióticos, hace que hoy día el duelo siga vigente.

Antes de prescribir un antibiótico sería deseable tener la seguridad de que nos encontramos ante un síndrome clínico de origen infeccioso y conocer el microorganismo que lo está produciendo. Lo primero es a veces difícil cuando no existe una clara focalidad infecciosa, y es necesario descartar otras causas de fiebre.


Un antibiótico debe utilizarse únicamente cuando es necesario. Existen muchos cuadros clínicos, la mayoría de vías respiratorias, que corresponden casi siempre a un proceso vírico que cura espontáneamente. El uso erróneo e innecesario de antibióticos en esta situación se traduce en el gasto más importante de antibióticos en el medio extrahospitalario a la vez que se relaciona con un incremento  de resistencias que condicionará un problema terapéutico en el futuro. 

En la práctica clínica, el inicio de un tratamiento con antibióticos se basa en los síntomas y signos clínicos del paciente, en los hallazgos de laboratorio obtenidos, y en el conocimiento y utilización de los informes epidemiológicos. Hablamos en estas circunstancias de un tratamiento empírico. Cuando el médico dispone de los resultados de pruebas microbiológicas o de los estudios de sensibilidad in vitro, hablamos de tratamiento específico y definitivo.

En la mayoría de los casos se empieza de forma empírica para cambiar posteriormente a un tratamiento definitivo basado en los resultados del antibiograma. El iniciar un tratamiento empírico debe obedecer siempre a un pensamiento lógico y al seguimiento de un algoritmo adecuado.

Las infecciones atendidas con más frecuencia en Urgencias son las de vías respiratorias, tanto superiores (1,4%) como inferiores (3,2%), seguido de las urinarias (2,1%), las gastrointestinales y las de piel y tejidos blandos.

Respecto a las Infecciones de vías respiratorias superiores, en su mayoría son víricas, se autolimitan y no necesitan antibióticos, salvo la faringoamigdalitis por S. pyogenes y la otitis media aguda.

De las Infecciones de vías respiratorias inferiores, la neumonía adquirida en la comunidad es la primera causa de muerte por infección en el mundo occidental y sí precisan de tratamiento antibiótico. La enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) afecta al 9% de la población adulta española. En el 75-80% de las ocasiones, la exacerbación es de causa infecciosa. 

E. Coli
Las Infecciones urinarias (ITU). Son más frecuentes en las mujeres. La mayoría están producidas por E. coli (más del 80%) y sólo deben tratarse las ITU sintomáticas.

La mayoría de las infecciones intraabdominales son polimicrobianas. El tratamiento consiste en cirugía precoz más un antibiótico con cobertura para enterobacterias y anaerobios, teniendo en consideración el lugar de adquisición, la gravedad del paciente, los factores de riesgo y la toma de antibióticos en los días previos.

Fuentes:

Protocolo de uso empírico de antibióticos. Ruiz Camps, MI. Medicine. 2006;09:3289-92.
Empleo de antibióticos empíricos en los síndromes infecciosos en Urgencias. Serrano-Heranz, R. Medicine. 2006;09:4450-8.
Empleo clínico de antibióticos. Giménez Domenech, R; Vidal Verdú, E; Natera Kindelán, C; Kindelán Jaquotot, JMMedicine. 2002;08:3320-4.

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