Un año, el 2014, repleto de actividades que apenas nos han permitido saborear de sus recuerdos. Es el momento de disfrutar de ello.
Antes de acabar el año 2013, planeaba en la mente el recorrido deseado y deseoso de compartir con todos los trabajadores, profesionales y pacientes del Hospital San Agustín. Con la certeza de que el corazón es el motor autónomo que mueve al resto del cuerpo, y consciente del riesgo de obstáculos que pudieran impedir la fluencia sanguínea, solicité el impulso de otros corazones, y la petición de manos fue asumida por éstos. Cada motor nuevo incorporado inyectó la ilusión imprescindible para comenzar la aventura y multiplicó la esperanza en alcanzar el éxito. Aquellos corazones transmitieron su energía a otros tantos corazones y el resultado obtenido desbordó en cada acto y en cada celebración lo previsiblemente esperado.
Luces y sombras, naturalmente que las hubo. ¡Cómo no va a haberlas!. Pero las luces, creadas por todos los corazones agustinos, liberados de ataduras, generosos y abiertos a la alegría, superaron con creces las nubes grises y negras. Mas, una vez finalizado el año en el que hemos celebrado la primera década de nuestra historia, en el que nos hemos deseado seguir "Juntos hacia el futuro", cabe recordar con un cierto regusto nostálgico el haber sido capaces de dar una imagen de grupo fuerte, a pesar de las sombras provocadas por esas nubes negras de nuestra cúpula estelar.
"Los de la Royal Clinic" hemos buscado un origen, una identidad, una razón para sentirnos únicos y necesarios. Nuestra mirada se dirigió hacia nuestro interior para desde allí volverse hacia fuera. Por nuestra mente pasó la etapa de la incertidumbre y el crecimiento vertiginoso y la de la competencia bajo un ambiente hostil.
Y a medida que iban transcurriendo las actividades de la celebración, descubríamos el verdadero sentido de nuestras vidas, lo importante, lo relevante:
nuestros pacientes,
nuestros hijos y nuestros compañeros.
