El 18 de noviembre se celebra el “Día Europeo para el Uso
Prudente de Antibióticos” con
el objetivo de concienciar a la sociedad sobre la importancia de la utilización
responsable de los antibióticos.
Se
estima que en la Unión Europea más de 25.000 muertes anuales son debidas a
bacterias multirresistentes, con unos costes añadidos de aproximadamente 1.500
millones de euros por cuidados extras hospitalarios, cuidados médicos y
pérdidas en la productividad.
Los antibióticos constituyen un amplio y heterogéneo
grupo de medicamentos cuya utilización ha
supuesto en el último medio siglo un progreso extraordinario para la calidad de
vida sanitaria de las personas. Como ocurre con cualquier medicamento, los
antibióticos requieren ser utilizados adecuadamente, en las circunstancias y
con las condiciones requeridas para cada paciente, con el fin de obtener el máximo
nivel de eficacia con el menor riesgo. Sin embargo, los antibióticos plantean
el problema adicional de la resistencia microbiana.
El empleo de un antibiótico en una infección producida
por gérmenes poco o nada sensibles a ese antibiótico puede provocar un
agravamiento del proceso patológico, al seleccionar justamente los
microorganismos más peligrosos. Igualmente, cuando se emplean con dosis o vías
de administración inadecuadas, las concentraciones del antibiótico pueden no
ser suficientes como para provocar la destrucción del microorganismo,
facilitando que éste pueda desarrollar mecanismos bioquímicos para evitar el
ataque del antibiótico o incluirse destruirle. El problema es que el desarrollo
de esta capacidad de resistencia por un determinado germen podrá transmitirla a
todos sus descendientes o incluso a otros gérmenes.
Aunque la resistencia no es el único problema derivado
del uso incontrolado de antibióticos, sin duda es el más relevante y es lo que
hace especialmente importante plantear su uso racional , papel en el que los
profesionales farmacéuticos tienen un papel relevante.