El día 5 de junio de 1981,
un informe epidemiológico de la administración sanitaria de los Estados
Unidos publicaba la detección de 5 casos de neumonía por Pneumocystis
carinii, un agente infeccioso muy poco frecuente, en jóvenes varones
homosexuales, de los cuales dos habían ya fallecido. Fue el primer informe que
hablaba de una nueva y desconocida enfermedad, que a partir de julio de 1982
fue denominada síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida).
Poco a poco fue
extendiéndose la información de casos de esta nueva entidad que consistía en
una profunda disminución de las defensas inmunitarias del organismo, que
facilitaba la aparición de infecciones y neoplasias poco frecuentes en la
población sana.
No fue hasta 1983 cuando se identificó y se aisló el agente
causal del sida, al que, después de varios nombres, se le denominó
definitivamente virus de la
inmunodeficiencia humana (VIH).
Tres décadas después nos encontramos que, en 2012, sigue habiendo 35,3 millones de personas viven con el VIH en el mundo, 2,3 millones de personas contrajeron la infección por el VIH, y 17 millones de personas fallecieron a causa de enfermedades relacionadas con el SIDA.
En el Día Mundial de la
lucha contra el SIDA, desde Naciones Unidas se aportan algunos datos positivos
que dan algo de luz y esperanza para alcanzar los objetivos: bajan las nuevas infecciones (hasta un
33% desde 2001, que en niños ha sido hasta un 52%) y hay menos muertes relacionadas con el SIDA (hasta un 30% han descendido
respecto a 2005) gracias al desarrollo de los antirretrovirales.
Desde Naciones Unidas se
han establecido 10 objetivos para 2015, por lo que hemos de continuar sin
tregua la lucha contra el SIDA.
Fuente:
Jordi Casabona. FMC. Form Med Contin Aten Prim.2011; 18 :533-5